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Fuente: http://www.verdeesvida.es |
Tersas como la cera
o con tacto de suave felpa, las carnosas hojas de las crasas forman
rosetas y espirales, o se distribuyen a lo largo de los tallos en
preciosas, y muchas veces extrañísimas, composiciones; las crasas
han hecho de su estrategia de adaptación a la sequía un alarde de
belleza en hojas y tallos. Estas plantas son un extraordinario
producto de la Naturaleza, que ha solucionado con gran belleza y una
extraordinaria creatividad de formas y colores, las dificultades que
afrontan estas plantas en su medio natural.
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Fuente: http://www.verdeesvida.es |
Como los cactus, las
crasas son plantas suculentas que al provenir de zonas muy áridas
han convertido sus órganos, o parte de ellos, en reservorios de
agua, como reservas para lo largos periodos de sequía que sufren en
su medio natural. Los cactus y las crasas son nativas en general de
zonas semiáridas del planeta, donde llueve poco (250-600 milímetros
al año) donde para sobrevivir han necesitado sacar el máximo
partido del agua disponible. Su piel cerosa impide la evaporación y
la textura afelpada que lucen algunas especies les permite aprovechar
el rocío, la bruma o la mínima gota de lluvia para hidratarse. Los
tonos blanquecinos o azulados que caracterizan a muchas especies les
sirve de pantalla de protección contra la fuerza del sol. Para
captar el máximo de humedad del suelo, las raíces de la mayoría de
especies se extienden muy superficialmente, por ello se llaman
xerófitas. Además, al contrario de la inmensa mayoría de las
plantas, tanto las crasas como los cactus, mantienen sus estomas
cerrados de día para no perder agua. Durante la noche absorben el
dióxido de carbono, lo almacenan como ácido carbónico y durante el
día gracias a la fotosíntesis, lo convierte en los azúcares que
necesitan para vivir. Por eso las puedes tener en habitaciones o
entornos cerrados sin peligro.
Pertenecen a este
grupo de plantas brillantes y turgentes, con hojas hinchadas y
acuosas, especies encuadradas en la familia Liliáceas (Aloe vera,
arborescens…), en la familia Agaváceas (Agave, Cordyline, Yuca…),
en la Aizoáceas (Mesembryanthemum, Carpobrotus…) o en la familia
Crasuláceas (Crasula, Echeverría, Sempervivum, Sedum…)
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Fuente: Por Dr. L. Pfeiffer & Fr. Otto Peter A. Mansfeld for the filtred image. |
En los cactus
(Cactáceas), las hojas han desaparecido y se han transformado en
espinas por lo que la transpiración es mucho menor. La mayoría de
las especies de esta familia son de porte globular o columnar y
poseen una gran reserva de agua en el interior de sus tejidos, lo que
les permite soportar largos periodos de sequía y fuerte
insolaciones.
Cómo cuidarlas
Estas plantas son fáciles de cultivar y exigen pocos cuidados, siempre que se respeten algunas reglas básicas.
Estas plantas son fáciles de cultivar y exigen pocos cuidados, siempre que se respeten algunas reglas básicas.
- Elige bien el sustrato.
No les gustan los
suelos demasiado alcalinos pues les producen clorosis. Si ves que
tienen amarillentas las hojas puede ser síntoma de esta enfermedad.
- Casi no necesitan abonado
- Multiplicación de las crasas y de los cactus
Los cactus pueden
multiplicarse también a partir de esquejes, pero hay que tener
cuidado con que la planta madre sea lo suficientemente fuerte para
soportar el proceso.
Cuida de curar la
herida de la planta madre con tierra o ceniza; y aplicar fungicida en
la herida, pues los hongos pueden aprovechar para atacar la zona
herida.
- Cuida de no dañarlas cuando las trasplantes
A diferencia del
resto de plantas no debes regarlas cuando las trasplantes o cambies
de maceta. Debes dejarlas varios días sin regar para que las
heridas que las hayas podido hacer con el trasplante cicatricen.
Pasado este tiempo, vete regándolas paulatinamente hasta llegar al
riego acostumbrado.
Con las plantas
jóvenes o recién trasplantadas, si vas a cultivarlas en macetas en
tu terraza o balcón, deberás aclimatarlas poco a poco a la vida en
el exterior. Sácalas al exterior el primer día sólo un hora, el
segundo dos… y así hasta que puedas dejarlas vivir todo el día en
su nuevo emplazamiento.
- Riego escaso o nulo en invierno
Cuando las
temperaturas desciendan debes ir reduciendo el riego tanto en
intensidad como en frecuencia, hasta suprimirlos por completo en
invierno. De octubre a marzo no debes regarlas en absoluto, a lo
sumo pulverizar con agua el sustrato. La humedad ambiental y el
exceso de agua en el suelo reduce la resistencia de estas plantas al
frío. Si vives en zona de heladas tendrás que trasladarlas al
interior en invierno o cubrirlas con una manta de hibernación o una
arpillera. Pero no las protejas en exceso pues muchas de ellas
precisan pasar un poquito de frío en invierno para florecer.
Las gusta el calor
pero cuidado con el frío
Son plantas
originarias originarias de zonas semidesérticas o desérticas, por
lo cual la inmensa mayoría toleran las temperaturas altas, pero no
el frío. Lo ideal es que se encuentren entre 23º-25ºC, pudiendo
aguantar temperaturas de 0º-(-1º) siempre que sustrato esté
completamente seco.
Por ejemplo, los
kalanchoes, las echeverias y las crásulas empiezan a pasarlo mal
cuando el termómetro se acerca a los 0ºC. En cambio muchos sédums
y ágaves son muy rústicos y toleran grandes fríos. En las zonas de
clima mediterráneo y subtropical se pueden cultivar al aire libre
muchos ágaves, aloes, sédums, haworthia fasciata...
- Pueden ser de sol o semisombra
Informate en tu
Centro de Jardinería cual es la insolación que más conviene a cada
especie en concreto y así te evitarás disgustos.
Cuando las cultives
en casa, deberás colocarlas junto a una ventana donde reciban mucha
luz, preferentemente orientada al sur, caso contrario se ahilarán y
debilitarán. Alrededor de abril, si ya no hay peligro de heladas
tardías, agradecerán que las saque al exterior, pero de forma
paulatina, una hora un día, dos al siguiente…
Sus enemigos
Su grandes enemigos
son el exceso de agua en el sustrato y una atmósfera húmeda, mal
ventilada y fría que atraen a los hongos de pudrición. Si están
en zonas con mucha sombra debes tener cuidado con la cochinilla
algodonosa, pero también de la cerosa. Otro problema muy común son
las quemaduras producidas por el sol, sobre todo si no se han
aclimatado poco a poco antes de exponerlas del todo en el exterior.
El exceso de sequedad y el calor atraen a la araña roja.
Si las cultivas en
el exterior deberás protegerlas de las babosas y caracoles que
encuentran apetitosos sus tallos y hojas carnosos.
- Cómo usarlas en tus jardines.
Las crasas se
utilizan incluso en cubiertas vegetales; actualmente se venden tepes
de sédums listos para instalar. En el jardín lucen perfectas en una
rocalla y que el calor que la piedra irradia de noche les resulta
beneficioso; o en el rincón más seco y soleado, protegido de la
humedad y el frío, pero nunca en zonas de tierras arcillosas y
pesadas, o donde se encharque el agua.
Como ya hemos dicho,
puedes cultivar estas plantas al aire libre, como decoración en
jardines rocosos y soleados siempre que las protejas de las bajas
temperaturas y las heladas.
El éxito en el uso
de estas plantas consiste en elegir y combinar estas plantas jugando
con formas y coloridos diversos. Lo ideal es que reproduzcas escenas
de la naturaleza, disponiéndolas en formas asimétricas e
irregulares. O juega con la rocalla, distintos tipos de áridos,
madera…. imitando las líneas sencillas de los jardines zen.
Las especies de
porte columnar, como los cactus, deberás colocarlos en el centro,
disponiendo a su alrededor especies de tallo ramificado y en el
exterior las especies de forma globular, las rastreras, las de forma
de roseta…
Esta misma
composición puedes reproducirla en macetas o recipientes cultivando
especies de porte más pequeño.
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