Muchas veces no
sabemos cual es el problema que acaba con tus plantas en maceta,
cuidas con mimo que tengan el suficiente sol pero sin que las queme,
las proteges de las corrientes y del frío y las riegas en
abundancia… y he ahí el error. El riego excesivo es la principal
causa de muerte de la mayoría de plantas cultivadas en maceta. Saber
cuando, cuanto y cómo regar tus macetas es por lo tanto primordial
para que sobrevivan.
- ¿Plantas secas o encharcadas?
Muchas veces se confunden los síntomas de sequedad y exceso de
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Cuando a una planta
le falta agua pierde vigorosidad, sus hojas de pliegan y tienden a
encogerse, sobre todo las más tiernas. Si la sequía se prolonga,
las hojas se vuelven amarillas y se caen. En estos casos el error
principal es volver a regar la planta de forma excesiva lo cual hace
que a los daños por sequía se unan la afixia que provoca el
encharcamiento. Para recuperar una planta que ha empezado a secarse
debes regarla poco a poco, con riegos frecuentes pero con poca
cantidad de agua. En casos extremos puedes sacar el cepellón de la
maceta con cuidado para que salga entero. Mételo después en un cubo
con agua, que no esté ni muy fría ni caliente. Y deja la planta
sumergida hasta que la tierra esté completamente húmeda. Vuelve a
meter el cepellón en el tiesto y deja que escurra el agua sobrante.
No la riegues hasta pasada una semana.
El exceso de riego
es con mucho más peligroso que el anterior y más difícil revertir
sus efectos si no se detecta a tiempo. En el encharcamiento, las
hojas que primero amarillean serán las más antiguas, luego se
volverán de color oscuro, casi negro y entonces es cuando caerán.
Debes tener cuidado de no confundir estos síntomas con el color
marrón que adquieren las hojas cuando envejecen naturalmente.
- Cuando y cuanto regar tus plantas en maceta.
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Es posible que
entonces te estés preguntando cuando y cuanto regar tus plantas.
Esta es una pregunta que no tiene una respuesta concreta ya que
depende del tipo de planta, de las condiciones ambientales en las que
esté, la época del año, su ubicación... Otro factor es el periodo
vegetativo de cada planta. Normalmente en los meses de invierno, las
plantas no tienen desarrollo vegetativo, por lo que el riego deber
ser mínimo. Durante estos meses tu planta no absorbe el agua y esta
permanece mucho más tiempo retenida en el sustrato.
Lo mejor es que
consultes con expertos como los de tu Centro de jardinería cada
cuanto debes regar cada una de tus plantas. Aunque la regla que
mejor funciona es comprobar si el sustrato está húmedo o seco. Lo
mejor es regar cuando el sustrato esté seco o prácticamente seco,
más o menos cada 6-7 días pero sólo aquellas macetas que lo
necesiten. Lo ideal es que compruebes la humedad antes de regar y si
ves que el sustrato permanece semana tras semana húmedo ¡mala
señal!, es posible que tu planta esté encharcada.
Para ver el nivel de
humedad, existen varias técnicas, desde higrómetros profesionales
hasta la técnica ancestral de meter un dedo en el sustrato unos
centímetros de profundidad y verificar si está húmedo o seco.
Otra técnica es sopesar la maceta ya que el sustrato mojado siempre
pesa más. Si la maceta es de terracota puedes darle unos golpecitos
para ver si suena hueco (sustrato seco) o sordo (sustrato húmedo).
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En cuanto al cuanto
regar… es mejor quedarse corto de agua que pasarse, sobre todo en
invierno. Una norma aproximada podría ser regar en torno al 10-20%
del volumen de la maceta.
La mejor manera de dosificar el agua de
tus plantas es recurrir a una maceta de autoriego con las que podrás
regular cuando y cuando regar cada planta.
- Consejos para no encharcar tus plantas
Cuida que el agua de
riego sea la más adecuada a cada tipo de planta. El agua de Burgos
es demasiado caliza para algunas plantas y concretamente perjudicial
para las acidófilas. Si deseas cultivar estas plantas deberás
recurrir al agua de lluvia o al agua mineral de mineralización
débil.
Consulta la mejor
forma de regar cada planta, a algunas las gusta que las riegues
llenando su platillo de agua para que sea absorvido por sus raíces a
través de los aujeros de las macetas, como por ejemplo las bulbosas.
Otras prefieren ser regadas por inmersión, sumergiendo la maceta en
cubo de agua y dejando que escurra el exceso de agua, como por
ejemplo las cestas colgantes.
Las macetas pequeñas
deberás regarlas con más frecuencia que las de mayor volumen.
Igualmente que si las plantas son grandes, ya que al tener mayor
volumen, transpiran más y las raíces absorben más rápido la
humedad de la maceta.
Riega frecuentemente
pero con mucho cuidado de no encharcar las plantas jóvenes que son
más débiles.
Riega suavemente,
sin que el agua moje las hojas y flores; las regaderas con alcachofa
son ideales para ello.
Evita regar las
horas de mas calor del día, para que las gotas de agua que puedan
quedar sobre las hojas no actúen como lupa con el sol.
Es mejor que riegues
con agua reposada y a temperatura ambiente. Lo mejor es dejarla
reposar la noche anterior.
Ten cuidado si sacas
tus plantas cuando llueva a la calle, en esta época son frecuentes
los chubascos y estar en el exterior cuando llueve con tanta fuerza
puede dañarlas. Además de humedecer tanto el sustrato que se
formen bolsas de agua bajo la superficie del sustrato con los
consiguientes problemas de pudrición, hongos...
Quita el agua que ha
sobrado de regar tus plantas y que ha quedado en el platillo 20
minutos después de regar para evitar que se puedan pudrir las
raíces.
Cuida que los
aujeros de drenaje de tus macetas no estén obstruidos. Es algo que
pasa con frecuencia, que se obstruyan y la maceta deje de drenar
bien.
- Curar una planta encharcada
Si tu planta ya
muestra los signos de haberla regado en exceso una planta siempre
puedes intentar recuperarla.
Lo primero es
retirar el sustrato húmedo. Para ello saca el cepellón de la
maceta y retira toda la tierra que puedas de alrededor de las raíces
pero sin dejarlas desnudas y cuidando mucho de no dañarlas. Mira
que no haya ninguna podrida, si es así deberás cortarla y dar
cicatrizante. Envuelve las raíces en papel de periódico o de
cocina y deja descansar tu planta en un lugar tranquilo, protegido de
las inclemencias del tiempo pero también de los golpes de calor de
la calefacción y de las corrientes de aire. Cambia la envoltura de
papel cuantas veces sea necesario hasta que queden las raíces secas.
Devuelve entonces las planta a su maceta con sustrato nuevo, abono
de liberación lenta y tratamiento preventivo contra los hongos, que
pueden aprovechar estos momentos de convalecencia para atacarla.
Déjala varios días sin regar y estate atento a posibles
enfermedades oportunistas.
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